Sociedad Jose Marti

viernes, septiembre 09, 2011

Cuba capitalista?


------ Original Message ------
Received: 08:49 AM CDT, 08/16/2011
From: "ricardo calvo"
To: "LVDCL"
Subject:


¿Cuba se está volviendo capitalista?


por Mary Anastasia O'Grady

Mary Anastasia O ’Grady es
editora de la columna de las Américas del Wall Street Journal.

¿Quién dice que los dictadores no tienen sentido del humor? Los Castro de
Cuba tienen un innegable sentido del humor, como quedó en evidencia con el
reciente anuncio del régimen de que planea proveer asesoramiento en materia
agrícola a 14 estados venezolanos. Suena como un chiste malo. ¿Recibiría
usted asistencia técnica de un gobierno que ha hecho que los pollos sean una
especie amenazada en su propio país?

Esto plantea la pregunta de cuán seriamente debemos tomar el anuncio de Raúl
Castro de que está por "reformar" la economía cubana. La prensa
estadounidense parece convencida. "Los cubanos se preparan para un gran
cambio: el derecho a comprar viviendas", exclamó The New York Times en su
primera página del 2 de agosto. "Abierto en Cuba; los negocios no están
exactamente en auge mientras se expande la libre empresa, pero el adormecido
espíritu empresarial está comenzando a agitarse", dijo Los Ángeles Times el
7 de agosto.

Suena como una revolución capitalista. ¿Pero es realmente el momento de
tratar de estar en primera fila en Cuba?

La historia puede dar cierta orientación. Esta no es la primera vez que se
nos dice que la economía comunista, paralizada desde 1959, está en vísperas
de revertir su rumbo. En 1986, cuando Fidel Castro convocó al Tercer
Congreso del Partido Comunista, el Miami Herald informó que "cambios
dramáticos" se estaban "produciendo en Cuba", incluyendo, decía el artículo,
la concesión de permisos para tener la propiedad de viviendas. Es cierto que
el régimen bendijo oficialmente la "propiedad de viviendas". Pero esas casas
no podían ser vendidas, solamente canjeadas. Y los cubanos nunca tuvieron
realmente derechos legales sobre ellas, como se hizo evidente cuando el
Estado descubrió que los cubanos emprendedores estaban ganando dinero al
intercambiar casas y obtener ganancias bajo la mesa. A continuación se
produjo una ola de confiscaciones.

El final de la ayuda soviética provocó otra crisis y hacia 1994 el régimen
otra vez estaba prometiendo la liberalización económica. Hubo cierta
liberalización. Apareció el negocio de los taxis y los restaurantes dentro
de casas. Pero en cuanto algunos cubanos comenzaron a adquirir riqueza,
Castro se puso nervioso, porque entiende que el poder económico se traduce
en poder político. Los precios de las licencias se incrementaron mucho, lo
que hizo que operar en la economía formal fuera tan costoso que muchas
empresas nuevas volvieron a desaparecer.

En 2008, tres huracanes y la crisis financiera global tuvieron marcados
efectos negativos en el turismo y en los precios del níquel, dos de las más
importantes fuentes de divisas de la isla. La escasez de comida se volvió
más aguda y el stock disponible de casas, que estaba en ruinas, se redujo.
Raúl decidió que era el momento de volver a hablar de reformas.

Llevó un tiempo pero Cuba finalmente lo oficializó este año: 178 trabajos
han sido legalizados. Para comienzos del próximo año el gobierno también ha
prometido legalizar el mercado de la vivienda. Los derechos de propiedad y
las empresas privadas son clave para el desarrollo económico y la idea de
que Cuba fuera a autorizar ambos sugiere que la revolución está dando sus
últimos suspiros. Sin embargo, ¿esta vez es diferente?

No hay detalles sobre qué implicará que a los cubanos se les permita
"comprar viviendas". Pero dado el poder arbitrario del Estado, es razonable
cuestionar la certeza del derecho a la propiedad. La verdadera razón por la
que el régimen quiere formalizar el mercado de la vivienda probablemente
tenga que ver con sus finanzas.

En este momento, los cubanos pueden intercambiar casas, pero dado que pocas
veces es un canje equilibrado, hay también dólares —provistos por la
comunidad de exiliados— que fluyen al mercado negro. Lo más probable es que
Castro, escaso de divisas, quiera meterse en el medio de esas transacciones
para sacar una tajada.

El gobierno, presionado en sus finanzas, también está buscando maneras de
desprenderse de parte de los empleados públicos. Para asegurar que los
empleados despedidos no mueran de hambre, quiere ofrecerles "oportunidades"
de negocios. Pero en un documento presentado en la reunión anual de la
Asociación para el Estudio de la Economía Cubana que se realizó aquí hace 10
días, el ex economista del Fondo Monetario Internacional y fundador de la
entidad, Joaquín Pujol, resaltó que a fines de 2009, "ya había 143.000
personas con permiso, autoempleadas, aunque miles más trabajaban para sí
mismas ilegalmente". También hizo notar que "171.000 nuevos permisos para
empresas concedidos este año fueron a personas que ya estaban desempleadas,
lo que sugiere que las amplias reformas podrían no ser suficientes para
conformar una red de seguridad para medio millón de personas que se espera
que pronto pierdan sus empleos en el Estado".

El problema es exacerbado por el hecho que dado que no todas las personas
tienen una naturaleza emprendedora, la creación de empleos por los que
tienen ese don va a ser importante. Sin embargo, una tasa de impuestos
efectiva para las microempresas que "podría llegar a 100% o exceder ese
porcentaje", según Pujol, desalentará las contrataciones. Pujol también
indicó que a pesar de las inversiones cubanas en educación, no hay trabajos
privados "intensivos en conocimiento" que sean legales, lo que descarta el
crecimiento en los sectores de la economía que ofrecen el mayor potencial.

La libertad de precios, derechos de propiedad e incentivos para la
innovación señalarían un cambio real. Pero también pondrían en riesgo el
control del régimen. Entonces, en cambio, está tratando de formalizar y de
gravar las transacciones en el mercado negro para crear empleos para los
trabajadores estatales y generar ingresos. La idea de que esto es
capitalismo sería graciosa si no fuera tan triste.

Este artículo fue publicado originalmente en The Wall Street Journal
(EE.UU.) el 15 de agosto de 2011.

 

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