DOMINGO, AGOSTO 11, 2013
Por
Esteban Fernandez
Al compatriota que
se sienta decepcionado ante los abrumadores acontecimientos cubanos yo le
pregunto: ¿Quién ganó la batalla ideológica en Cuba, el comunismo o el
capitalismo? La respuesta quizás no sea obvia, pero si hurgamos un poco
encontraremos que es el capitalismo el que ha tenido un triunfo arrollador en
nuestra Patria.
El
comunismo ha gastado millones de esfuerzos en lograr amoldar
las mentes de los cubanos desde el mismo Kindergarten, mientras el capitalismo
no ha dicho ni esta boca es mía. En 54 años de tiranía no se ha escuchado en
la radio ni se ha visto en la televisión un solo mensaje o anuncio promoviendo
el capitalismo ni aupando sus productos ni sus ventajas.
Recuerdo que desde
un principio el “Che” Guevara y toda la recua de promotores de la doctrina
perversa no escatimaron palabras ni gestiones tratando de lograr la creación
de un supuesto “hombre nuevo” desprovisto de interés alguno en las cosas
materiales. Se “comieron el millo” porque tal parece que son los hijos y
nietos nuestros, nacidos y criados en la abundancia, los que no le dan la más
mínima importancia a los bienes de consumo. Para nuestros muchachos todo luce
ser desechable. Usted le hace un costoso obsequio a su nieto y al mes lo tiene
arrumbado en el closet o en el garaje de la casa.
Mientras tanto,
allá viven desesperados por cuanto producto sea fabricado en U.S.A. ¿Saben
ustedes que la juventud cubana dentro de la Isla conoce más de marcas famosas
que los muchachos hijos nuestros? Las cartas que llegan de Cuba dicen: “¡No
queremos nada de la “99 cents.”, ni de “Ñooo...que barato", cómprenme en “May
Co.” y en “Saks Fifth Avenue!”..
.
Y el
fracaso más colosal del “marxismo leninismo” no reside precisamente “en los
pobres de la tierra” porque es completamente comprensible que los cubanos “de
a pie”, carentes de todo, se vuelvan locos hasta por una batidora o una
grabadora. La debacle del sistema socialista está demostrada por los herederos
de los dos tiranos y por los hijitos de los generales y de la nomenclatura en
pleno. Son más materialistas y yanquistas que los Kennedy y los
Rockefeller.
Si
usted observa el vestuario de las nietas de Fidel y de Raúl Castro es muy
fácil notar que no tienen puestas unas humildes chancletas “Hechas en
Guanabacoa”. Ninguno de los descendientes va de vacaciones a los barrios de
desamparados en Cambodia ni en Ho Chi Minh City. Vergüenza les debe producir a
las dos hienas y a la plana mayor del desgobierno cubano que sus seres más
allegados tengan que salir al extranjero a forrajear porque ellos y el
comunismo impuesto no han producido ni un simple papel higiénico de calidad
para que se limpien los traseros.
¿Adónde va de
compras Vilmita Rodríguez Castro? Existen cientos de fotos de la muchachita en
New York desaforadamente adquiriendo carteras de dos mil dólares y zapatos de
a mil cada uno. Ni a “matao” usted pueda verla con unas rústicas botas
fabricadas en Viet Nam. Al mismo tiempo ¿Usted conoce el nombre de algún
descendiente de exiliados que vaya a La Habana a comprar unos pantalones
fabricados en Luyanó?... Estoy seguro que ¡ni los hijos del defensor del
castrismo Max Lesnick andan con ropas manufacturadas en Arroyo Apolo ni
manejan un bello automóvil fabricado en Bejucal!
Hasta
el tirano usted lo puede ver con "sweatshirt Adidas". Lo menos que podía hacer
"el muy hijo de perra", después de haber impuesto el comunismo en Cuba a la
cañona, es andar ataviado con unas sudaderas con el logo de "Pogolotti" o
“Llega y Pon”. Al mismo tiempo, todavía las despensas de la difunta Vilma
Espín deben estar atestadas de perfumes franceses solamente para el usufructo
de Déborah, de Mariela, de Nilsa y del viudo con pamela y sus botines
capitalistas Florsheim importados de Italia.
Los
hijos, los nietos, los yernos, las nueras, de los “constructores del
socialismo en Cuba” no bailan al ritmo de “La Internacional” sino que andan
emperifollados bailando “Rock” en discotecas de Cancún, de París, de Punta
Cana, o de Londres. Porque la gran verdad es que no hay adoctrinamiento que
valga cuando choca con la gran realidad. Y todo lo antes dicho perfectamente
lo resumió el inolvidable Guillermo Álvarez Guedes con sólo siete palabras:
“¡Qué clase de mierda es el
comunismo!”